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domingo, 24 de junio de 2012

Cuando el blues es menos blues...


Es el momento en el que el blues es menos blues, cuando la indiferencia muestra su otra cara, cuando la indiferencia mata, cuando la indiferencia duele, el blues es un cigarro mal apagado en la cornisa del balcón donde antes desdibujaba con su humo la mismísima luna, pizzicato que pellizca nervios para obtener el sonido de la amargura de la soledad, el eco de la caja de resonancia incomprendida humedece las mejillas y se aleja en un susurro en la noche, mezclándose con sus sonidos, durmiendo bajo su manto y su beso de buenas noches...

sábado, 23 de junio de 2012

15 Bombones: Una historia pastelosa de esas que acaban bien.

Un día quedaron para estudiar juntos, el sitio no quedaba lejos de un parque y un río, y cuando se rehizo la noche, era la luz extraviada de los coches y la tenue de las farolas de cada esquina las que iluminaron la despedida. Cansados, se desearon suerte y que ya se verían para estudiar después del fin de semana antes del siguiente examen que tendrían en un par de semanas. Se le hizo la semana más larga, no precisamente por el examen o el estudio, bueno quizás por el estudio también...
... El sonido metálico de su estuche contra la botella que llevaba siempre Cristina en su maleta era rítmico y hasta alegre, estaba acostumbrada a él y significaba una cosa, que la botella estaba vacía y era porque se hallaba de vuelta a casa. Además le tenía aprecio a esa botella, era útil ya que funcionaba similar a un termo y guardaba el agua bastante fría, y además le traía recuerdos, se la quedó cuando tuvo que cambiar de bicicleta porque se le había quedado pequeña e inevitablemente le recordaba a sus paseos en bici de aquellos veranos en los que no tenía que estudiar asignaturas pendientes.
Cuando fue a sacar la botella para rellenarla con agua fría del frigorífico y guardarla allí, notó como el dorso de su mano tocaba un segundo metal, suave y frío, que desde luego superaba en tamaño a su estuche. Extrañada, sacó los cuadernos para poder coger bien el objeto y lo sacó de la maleta. Era una caja de metal muy bonita,parecía sacada de época aunque lucía nueva. Similar a las cajas metálicas donde se lleva el almuerzo, esta era una representación de una caravana hippie, donde se podían ver sentados a ambos lados los diferentes cantantes y grupos representativos de mediados de la década de los 60 como The Beatles o Pink Floyd siendo Bob Dylan el conductor y Bob Marley de pie junto a él en la parte delantera de la caravana-autobús. Le encantaba la buena música y los 60´s eran muy buenos en ese aspecto. Tras estudiar durante cinco minutos todos y cada uno de los detalles de la caja, la destapó.
Había unos paquetitos pequeños, envueltos en papel. Cogío uno, presa de la sana curiosidad y lo abrió. Era un bombón.¿Cuándo se lo habría metido en la maleta?. Le dio igual que fuese a cenar en breve, estaba riquísimo. Cuando bajo la vista del cielo se sorprendió al ver que en el envoltorio había algo escrito. Era parte de una frase. Le dio la vuelta y encontró un pequeño poema. Así abrió 15 bombones dejándolos con cuidado de no estropearlos sobre un plato. Eran quince poemas y una carta que entendió que tenía que reconstruir por la otra cara. Cuando lo hizo fue al cuarto de baño a coger algo de papel higiénico para limpiarse las lágrimas de la emoción contenida y se obligó a serenarse ante el espejo, no quería que cuando llegasen sus padres la viesen como a un tomate y no cómo a su hija.
Se le ocurrió volver a darle la vuelta ya que habían sido ordenados cada uno de los legajos. Se sonrió al darse cuenta cuanto se lo había currado y que lista era ella por haberse dado cuenta de la última vuelta de rosca. No eran pequeños poemas, eran estrofas de un gran poema. Por la caligrafía y el color de la tinta, sabía que él lo había escrito con su pluma favorita, la que siempre tiene en el estuche y solo utiliza cuando escribe algo literario.
Admitía que algo le gustaba porque era guapo y tenía una conversación sincera y atrayente por muy banal que fuese el tema, no obstante la imaginación, la belleza y lo genuino del regalo, esa ventana abierta a un mundo de posibilidades de ser sorprendida, de fascinarse con cada sorpresa, conquistó esa coraza de acero que tenía normalmente por corazón. Como final de la carta ponía que cuando lo viese, si lo quería le besase, si no, que al menos le dedicara un sonrisa.
Cuando llegó el día, llegó sonriendo, no pudo evitarlo, el la miró como entendiendo, diciendo que no con la cabeza, ella le devolvió el gesto, lo besó en la cara y le dijo al oído, "No pienso dar un espectáculo en la biblioteca", se hizo a un lado, lo meditó durante mucho tiempo, como medio segundo que utilizó para ver su reacción y se volvió a acercar a su oído " Muchas cosas bonitas, sí, pero mi operación bikini a la mierda con los bombones ¿no? .... ¿y que manera es esa de sacarle a una los colores, ahí, sin piedad ninguna de mí? ¡Que por poco no me dió un ataque!.....en serio, gracias por todo, es lo más bonito que me han regalado en mi vida, pero ahora hay que estudiar, y no me mires así, te dedicaré todas las sonrisas que tenga y todos los besos que tus ojos me reclamen ..." .