El rito del volcán

La lava lava las impurezas de una vida efímera de vida en el cielo que es la tierra. El volcán no ruge, ladra por tres veces desde el interior del inframundo. Las impurezas del alma no se lavan con lava, es por ello que quedan como pavesas las almas susurrantes de oídos de bellas súcubos, no así las brasas susurrantes de corazones, que brillan de nuevo y con intenso crepitar, renaciendo limpias del volcán.

De return

Los ojos de búho que custodian de noche todo el bosque de viviendas de la ciudad han vuelto por Junio, cuando la calor aprieta y Sevilla comienza a intuir la asfixia del verano que se extiende por la rivera del Guadalquivir.

Los exámenes han vuelto, y con ellos, las ojeras...

La mano que se cierra. La mano que deja discurrir. La mano abierta.

La mano que se cierra, en mi caso en torno a un clavel blanco, obra de Eduardo Chillida, motiva junto a mi pensador y a la música a que piense qué agarra mi mano, a que se cierre sobre una canción, sobre una letra, sobre una nota del pentagrama, y la utilice para escribir, al digitar en el portátil he de abrirla y con ello soltar lo que pienso, lo que encierro...

Impetuosa alegría riega mis pensamientos, mis dedos son sus afluentes, aunque siento que los desbordan, la alegría no puedo asirla con la mano, hay que dejar que discurra por ella como el aullido de una guitarra eléctrica que pide liberarse de las ataduras de sus cuerdas, vibrando, escribiendo, notas al aire, letras al papel.

Las dunas se mueven lentamente, grano a grano se mueven metros al año. Grano a grano salgo del desierto de la soledad de confortables arenas movedizas que invitan a quedarse atrapado, aguila solitaria de la impía estepa de la noche donde solo pían los débiles incapaces de encontrarse a gusto con ellos mismos, sale andando de ella esperando ver otro mundo en el que que existen las bandadas en los retazos de nubes que se dibujan en el próximo y próximo amanecer por otra mano que encierra un pincel, que se abre para recibir el clavel,que se abre para dejarme su pincel.

I just wanna write something with you...

Suspira el aire suspendido y aprobado, lentamente, la bruma se abre paso por sí misma y revela su interior. Tres sombras desdibujadas en la pared de la espesa bruma se van definiendo. Parece un teatro de sombras en mitad de la calle de un barrio humilde de la ciudad. No de esas sombras deshonestas que aparecen en todo barrio, sea humilde o prepotente.Eran como una caja de fósforos, una vez se encendía uno, otra vez otro, pero siempre parecía el mismo. Así eran las sombras, cuando se iban definiendo, se parecían tanto una a la otra que parecieran no definirse, parecían una.
La bruma me envolvió, costándome medio pulmón respirar.Tosí. Me respondió el eco.¿Las brumas tienen eco? Un paso, dos, tres, pollito inglés, pero la sombra no estaba.¿Se había ido? Pero yo respiraba tan fuerte...no podía escuchar nada, solo podía ver al frente y oír mi entrecortado intento por respirar.
La presión se redujo lo suficiente para ver a izquierda y derecha. De refilón me percaté de algo que brillaba. Me atusé la barba mientras dirigía mi atención hacia el brillo.¿Y mi barba? Tenía la piel suave y no quedaba nada de ella. Me lleve la mano al corazón del susto y me asuste más al encontrarme con un volumen distinto al esperado. Iba a gritar pero algo extraño me lo impidió.¿Yo con el pelo largo? Me iba a volver loco. Miré en un retrovisor de un coche aparcado y me tranquilizó ver que ese par de azules seguían en su sitio. Me senté en el bordillo.Alguien se sentó a mi espalda y me dijo que guardara silencio y que me tranquilizara. Me volví, se volvió y nos besamos. Vi que me estaba besando.A la vez vi que besaba a una curiosa flor de ojos como los míos. Sentía un beso como dos y los dos cuerpos como uno solo. La bruma se fue. Estaba en un bordillo cualquiera besando a alguien especial. Me toque el pelo, normal. Me mesí la barba, en su sitio. Le toque el corazón, perfecto.¿Queréis algo de bruma? La tengo guardada herméticamente en un bote en mis recuerdos y otro bote lo tiene mi profundo...

Lucha contra el maltrato. Tolerancia cero

Tristes soldados que marchan,
por las vetas de rimmel
donde dejaron huellas
las guerras de su vida,
dejan sus pisadas,
no cierran las cicatrices,
la tierra calla,
la tierra no olvida.

Inexorable abatimiento.
Inexorable paso del tiempo.
Trincheras en las lagunas de soldados.
Banderas blancas a los lados,
atrás y alante.
Ojos vendados.
Mentira asfixiante.
Le quiere.

Una mujer se lanza del tejado...