Desde ese momento
todo cambió,
el barco zarpó
y el mio quedó anclado.
Marinero en tierra,
reloj de arena acostado.
Cuesta mucho avanzar
y pasar la arena al otro lado,
cargando con semejante lastre,
barco y ancla a la espalda.
No hay horizonte.
Tampoco cielo.
No puedo levantar la vista del suelo.
F.H.B.
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