La realidad dura un instante, lo que siento, eternidades.

El color rojo seducción de esa prosa no podía si no satisfacerme y animarme a buscar su onírica procedencia.
La prosa era bella y magnífica y así debía ser ella, pues solo can algo perfecto en la cabeza y en el corazón entiendo que se dediquen a engrandecer la literatura con tamañas aportaciones.
Parecían ser emanaciones de saber, belleza y sensualidad, incluso de seguridad, pero su fuente me era desconocida.
Por ello el camino del descubrimiento no podía ser si no placentero como cuando eres pequeño y te dan algodón de azúcar que hasta que no creces no ves como lo hacen en el puesto por tu escasa altura.
A mi no me hizo falta mucho tiempo para descubrir su magia.Ya me habían hablado de ella cuando la conocí, y cuando realmente empecé a conocerla he de de decir que todo lo que me dijeron eran medias tintas.
No estaba buena, ella era bella, atractiva y sensual. No era lista , ella era inteligente y currante. No es que se te cayera la baba y te pusiera nervioso estar con ella, es que te entraba por los cinco sentidos llenándolo todo. Ya no le escribía al amor, aquella prosa le escribía a un género mayor, le escribía a ella.