Esa rebeldía se adueña de ti e impide que caigas, subterfugio de la infancia de rabietas y brazos en jarra, impaciente, buscas una válvula de escape como agua el pez para respirar y la incontinencia de todo tipo, verbal y adictiva, emprendedora de planes sin futuro, hace presencia.
El cuerpo ya rendido le ofrece fuerzas de flaqueza a la mente para que, herida en el orgullo de su capacidad limitada grite como mensaje de corta despedida:
¡NO QUIERO DORMIR!
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